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Aquel 1 de agosto de 1914

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«Esta mañana, con el corazón oscurecido después de leer, en la buhardilla donde tengo mi celda de estudiante novicio de filosofía, el periódico que la sirvienta me acababa de traer con el desayuno, he escrito a un amigo, el marqués de Saint-Ange, que vive en su château de Villecerf, en los alrededores de París: ‘Cuando usted reciba esta carta, la guerra se habrá declarado’. El marqués recibirá mi carta mañana. Y esta tarde ya he visto, en efecto, expuesta en la puerta de la comisaría de Saint-Germain-des-Prés, la orden de movilización general. Un puñado de hombres, ricos y pobres, viejos y jóvenes, la leían ávidamente, en silencio. Después, inclinando la cabeza, se iban abatidos, cada uno por su lado, sin hacer comentarios.»

Con estas palabras comenzaba Gaziel, el sábado 1 de agosto de 1914, ahora hace exactamente 100 años, un diario personal en el que anotaría todo lo que vio y sucedió en la capital francesa durante los primeros 34 días de la contienda mundial, que a él le sorprendieron, como explica, estudiando Filosofía. El resultado de este shock sería una de las grandes obras de la literatura testimonial de la Primera Guerra Mundial: el Diario de un estudiante en París.

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 Estamos ante el relato de 34 días que cambiaron el mundo, una de las mejores narraciones periodísticas jamás contada.

Para celebrar la efemérides, hemos publicado el libro en una edición impecable en su contenido y presentación. Escogimos editar la versión ampliada que Gaziel escribió, ampliando el que había sido su texto original. Lo hizo en 1963-64, durante sus últimos meses de vida. Uno de nuestros editores, José Ángel Martos, abordó la traducción de esa edición, mucho más rica en detalles y nombres que el libro original aparecido en 1915. El resultado es Diario de un estudiante. París 1914, que ofrece a los lectores actuales —cien años después de la I Guerra Mundial— uno de los testimonios más impresionantes conocidos, en unas crónicas que constituyen casi una novela coral, donde multitud de personajes de todas las nacionalidades ven modificado el curso de sus vidas por la carambola de la guerra. Gaziel no explica hazañas bélicas, sino las peripecias de esos fascinantes personajes internacionales —franceses, alemanes, españoles, americanos, persas, rusos— que, por azar, se encuentran en París en el momento menos adecuado.

Hoy, en el verano de 2014, cuando se cumplen los cien años exactos de su publicación, es el mejor momento para empezar a leer el Diario de un estudiante. Os invitamos a hacerlo.

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