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¿Soportará Rusia perderse Eurovisión?

Por ANTONIO FORNÉS. Doctor en Filosofía y coautor de ¿Son demócratas las abejas?

Participante de Rusia en Eurovisión 2018
Participante rusa en Eurovisión 2018.

El 12 de septiembre de 1855, los rusos después de un año de resistencia frente a los ejércitos de Francia, Inglaterra y el imperio turco, abandonaron Sebastopol y la península de Crimea. Entre los soldados rusos estaba un joven escritor, Tolstoi, que aprovechó para escribir una de sus primeras obras, los Relatos de Sebastopol. Unos relatos que acaban así:

«¿Acaso van a estar aquí ellos a sus anchas? ¡No! Ya verás cómo los nuestros los echan de nuevo. ¡Muchos de los nuestros han muerto, pero Dios es testigo de que, si el emperador nos lo ordena, lo recuperaremos! ¿Crees que se lo vamos a dejar? ¡No!.

»Nada más llegar a este lado del puente, casi todos los soldados se descubrían y se santiguaban. Pero este sentimiento se acompañaba de otro más penoso, punzante y profundo: un sentimiento parecido al arrepentimiento, a la vergüenza y a la rabia. Casi todos los soldados, tras echar desde el norte una ojeada al abandonado Sebastopol, suspiraban con indescriptible amargura y amenazaban al enemigo».

Como ven, da la impresión de que el nuevo zar de todas las Rusias, Vladimir Putin, dio la orden en 2014 de recuperar de nuevo toda aquella tierra y sigue, desgraciadamente, en ese lamentable empeño.

¡EXPULSAR A RUSIA DEL FESTIVAL DE EUROVISIÓN! IMAGINO REUNIONES DE CRISIS EN EL KREMLIN ANTE SEMEJANTE REPRESALIA. ¿ESTARÁ TENTADO PUTIN DE RETIRARSE?

Está claro que hay cuestiones de fondo entremezcladas en este conflicto, pero resulta obvio también que la invasión rusa es absolutamente inaceptable y condenable. Pero justo aquí, cuando nos hemos puesto todos los europeos de acuerdo en este punto, curiosamente aparecen los problemas, pues mientras los carros de combate rusos entran a sangre y fuego en Ucrania y se plantan en Kiev, ¿qué hacemos nosotros? Pues entre otras majaderías, expulsar a Rusia del Festival de Eurovisión. ¡Ahí es nada! Ya imagino las reuniones de crisis en el Kremlin ante semejante represalia… quizá incluso, por unos minutos, Putin haya estado tentado de ordenar la retirada inmediata de sus tropas.

Volodimir Zelenski hablando a través de Twitter
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, se graba a sí mismo un tuit en las calles de Kiev

Sí, efectivamente los europeos estamos haciendo, esencialmente, el ridículo, al margen de comportarnos como unos absolutos cobardes. En estos días las críticas a nuestros políticos han sido feroces ante su incapacidad de acción. Realmente el papelón del gobierno de la UE en general y de Josep Borrell en particular ha sido tremendo y esencialmente patético. Frente a los hechos rusos y su violencia asesina, la UE ha escrito tuits e iluminado edificios con la bandera de Ucrania, es decir, han dejado perfectamente solos a los ucranianos. Esto es cierto, y es lógico sentirse indignados ante la debilidad de nuestros mandatarios. Pero, realmente, ¿qué otra alternativa tenían? Porque más allá del ridículo postureo, ¿qué podían hacer? O planteémoslo de otro modo: ¿estamos los europeos, usted que lee este artículo y yo que lo he escrito, dispuestos a morir por defender Ucrania? ¿Estamos dispuestos a enviar a miles de jóvenes a la guerra y a recibir a cambio cientos de féretros de vuelta?

Empiezo yo por responder: condeno y maldigo la invasión de Ucrania, que no guerra, pero tengo serias dudas al respecto de si estaría dispuesto a dar mi vida por evitarla. Alguno podría pensar que esta es una postura civilizada, pero no se equivoquen. Sócrates, padre del pensamiento occidental, participó en al menos dos batallas que sepamos, y en ambas se distinguió por su bravura y su pericia en matar espartanos para defender a su querida Atenas. ¿De verdad vamos a argumentar que nosotros somos más civilizados y avanzados que el viejo Sócrates? Por supuesto que no, simplemente somos más cobardes y hemos renunciado a los valores que construyeron Occidente.

LO QUERAMOS ADMITIR O NO, LO QUE PASE EN UCRANIA NOS DA IGUAL MÁS ALLÁ DEL POSTUREO; CENAREMOS CON TRANQUILIDAD Y LUEGO PONDREMOS UNA SERIE HASTA QUEDARNOS DORMIDOS

El otro día leí una entrevista a un nutricionista en la que afirmaba que los occidentales estábamos sobrealimentados pero al mismo tiempo malnutridos. Sinceramente, no se me ocurre una definición mejor y más precisa de lo que somos hoy en día: tipos fofos, perfectamente mimados, siempre quejicas, incapaces ya de cualquier sacrificio severo. Criticamos a nuestros políticos, pero claro, para resultar acorde con los tiempos que vivimos en Europa, su respuesta frente a Rusia debería incluir en sus ingredientes quinoa, resiliencia dialogante, obviamente una profunda perspectiva de género y, claro está, ser perfectamente sostenible, no vaya a ser que aceleremos el cambio climático… Reconozcamos al menos que no se lo ponemos fácil a nuestros más bien incompetentes mandatarios. Unos mandatarios que, además, en muchas ocasiones militan en partidos que desprecian abiertamente el papel de las fuerzas armadas y a aquellos que las integran.

En Europa nació la filosofía, pero nuestro nivel intelectual actual ya no es el mismo. Basta ver cómo ha vuelto a parecer el famoso slogan de «no a la guerra». Alguien debería decirles a los indocumentados que repiten una y otra vez esa cantinela, que tiene igual utilidad que si yo, enfadado por mis escasos 171 centímetros de altura, me pasease con una pancarta que rezase así: «No a ser bajito». Creemos que basta con desear una cosa para que la misma ocurra. Pero por mucho que me esfuerce, nunca cumpliré mi sueño de ser el delantero centro del Espanyol. Lo que pasa es que, en el fondo, lo queramos admitir o no, más allá del postureo, lo que pase en Ucrania nos da absolutamente igual. Cenaremos con tranquilidad y luego pondremos una serie de Netflix hasta quedarnos dormidos.

Digámoslo de otra forma: el problema de Europa no son sus políticos, ni sus estructuras económicas, ni su dependencia energética. El problema de Europa somos los europeos. Permítanme que utilice de nuevo a Tolstoi y una conocida cita suya: «Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, pero nadie en cambiarse a sí mismo». Pues en eso estamos: nos molesta el ruido que viene de Ucrania, pero solo mientras miramos el Telediario. Europa ya no pinta nada en el mundo, porque los europeos hemos abandonado nuestras señas de identidad.

Pero ¡cómo juzgarnos! es tan cómoda y agradable la tibia, banal y triste somnolencia en la que vivimos… ¿Y los rusos? Los rusos que se fastidien, ¡les hemos dejado sin Festival de Eurovisión!

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